El arte ya corría a raudales por la familia de esta veinteañera sevillana (no quiere decir su edad) mucho antes de que su hermana se convirtiera en actriz internacional. Su abuelo era tan carismático que Paco Rabal se inspiró en él para crear el personaje de la serie Juncal. Su padre es el torero Manuel Campos. «Hace mucho que está retirado, gracias a Dios, porque de niña lo pasaba muy mal viéndolo expuesto», dice Sara Vega. Tampoco ella es una recién llegada. «Llevo bailando y cantando desde chica, pero el teatro no es como la tele o los discos, que pueden darte fama inmediata».
Debutó con solo 9 años. «Me encantaba mirarme en el espejo y mover las manos. Descubrí por mí misma el movimiento y mis padres me matricularon en el conservatorio de danza, donde un día vinieron a hacer un casting para la película Sevillanas, de Carlos Saura». Y salió junto a Rocío Jurado. «Mucho después tuve la suerte de conocerla bien. Y la desgracia, pues compartí con ella las últimas navidades que vivió», recuerda.
UNA COMPOSICIÓN DE ROSANA / Recorrió medio mundo bailando en teatros sin dejar de cantar en pequeños clubs para encontrarse, de repente, en el Sant Jordi y otras inmensas plazas, como invitada de Sanz. «Mi hermana le pasó una maqueta y a él no le gustó nada». Bueno, no le gustaron las canciones, pero le encantó la voz. Tanto, que convenció a un serie de autores cubanos para hacerle a medida un repertorio que él ha producido capturando la esencia. «Es como debe ser: sin parafernalia. Mostrarte desnuda, darte sin nada para que la gente te entienda de verdad». Hasta Rosana le ha compuesto una canción. Y Alejandro canta un dúo con ella.
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