Tuvieron que pasar diez años para que Alejandro Sanz pudiese regresar a Mendoza. Desde luego que el que volvió difiere mucho de aquel joven. Este Sanz es experimentado, criterioso, cuidadoso, con oficio y mucho talento y regresó para mostrar su “Paraíso Tour”, tan elogiado en tantas partes.
Entonces, a la hora de ofrecer un concierto, el español apuesta en grande y sale muy bien parado.
En un escenario de dimensiones internacionales y con una excelente puesta de luces combinada con cortinas de leds, lo que se vio anoche en Gimnasia y Esgrima fue un verdadero lujo visual. Hacía mucho tiempo que no por estos lares se veía una puesta tan cuidadosa como esta.
A esto, hay que sumarle una buena propuesta musical, que terminó redondeando un interesante concierto, extremadamente bueno para las incondicionales.
Así, las casi cinco mil personas que asistieron al show no que quedaron con ganas de nada, porque Sanz supo manejar los tiempos como para satisfacer a todas (por cierto, hubo muy poca presencia masculina).
