viernes, 3 de septiembre de 2010
Alejandro Sanz arrasa en Valencia
Valencia.- Llenó la explanada del Veles e Vents, donde hizo vibrar a 11.000 fieles con temas del nuevo álbum e himnos de los que no se olvidan.
Alejandro Sanz llenó anoche la explanada del Veles e Vents de Valencia. Desde luego, si no estaban las 11.000 personas que caben en el recinto faltaban dos o tres, como mucho. Nada más aparecer en el escenario, con Peter Punk de fondo, echó la red y los pescó a todos: '¡Amunt Valencia!', y a Valencia de ahí ya no se le ocurrió bajar, de a gustito que estaba.
El concierto tuvo una presentación más que correcta, a pesar de que en los cedés las canciones van hasta arriba de efectos; el directo es más guitarrero y al sonido se le suma una fantasía casi de ciencia ficción (lluvia estroboscópica y destellos de ese palo) encendiéndose en los paneles Led que daban una falsa sensación de 3D.
Vale que Alejandro Sanz no es el de antes, pero tiene en catálogo temas muy dignos, algunos muy difíciles de cantar, y nunca deja de estar de moda. Hasta Miley Cyrus se hace mayor, ¿o qué?
Ha sobrevivido a las revoluciones de los triunfitos —con los que juega a ser medio rival, medio colega,en las listas de ventas y en los escenarios; a la gripe del dinero y hasta a los cedés pirata con los que el personal de las discográficas se pone serio.
Alejandro Sanz algo de juventud guarda y lo que da es más que música engominada. A veces. Además, con bandas como la que le acompaña es más facil enseñar qué se tiene que hacer en un concierto de unas dos horas.
Ahí estaban los dos guitarras que le acompañaban, que ríete de los solos de Kirk Hammett (no se enfaden los heavys. Pero es así). Hasta se marcaron el riff del Back in black de AC/DC. O la impresionante Sarah Divine, cuando se puso al lado de Alejandro para cantar una versión de Looking for paradise que no tenía nada que envidiar a la de Alicia Keys. Es igual de efectiva pero sin la pretenciosidad de las solistas. Eso es oficio.
La gente cuando canta a Alejandro es muy Alejandro. Se podría decir que se convierten en él y por eso él, el de verdad, decide callar, achicando la mirada en el infinito, y rendirse a la obra maestra de su versión multiplicada.
Sabiendo lo que le pica a la afición, encadenó durante casi 20 minutos algunos de los clásicos de karaoke de su repertorio: Viviendo deprisa, Cuando nadie me ve, Corazón Partío o El alma al aire. Para acabar volvió a los himnos para acelerar los latidos de los últimos minutos: un pack con A la primera persona, Mi soledad y yo, Amiga mía, que cerró con Y si fuera ella.
El éxito fue tal que el público aplaudía incluso cuando en las pantallas se veía la publicidad del patrocinador.
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