viernes, 27 de agosto de 2010
Alejandro Sanz, el paraíso en tres dimensiones
Max Weber nos abrió los ojos al desencanto del mundo. No era poeta, sino sociólogo, por lo que se limitó a contarnos lo que había. Alejandro Sanz, en cambio, prefiere soñar, y anoche invitó a cerca de 12.000 personas a una travesía hacia un paraíso en 3D que duró más de dos horas.
En el edén no hay ricos y pobres. Ni reformas laborales, ni revisión de pensiones. Sólo amores y desamores. Fantasía, pasiones y buena música. Al menos en el paraíso de Alejandro Sanz, al que invitó a subirse, previo pago de la entrada, a las cerca de 12.000 personas que anoche querían acompañarle en esta travesía desde la capital grancanaria.
Una salida espectacular entre juegos de luces y pantallas leds acompañaron los primeros acordes de Mi Peter Punk a los que siguieron varios de los temas de su último disco Paraíso Express.
El mismo escenario convertido en uno nuevo para cada tema hacía las delicias del público que al escuchar Corazón Partío ya se había entregado totalmente. Y es que Sanz ofrece un espectáculo impecable durante las más de dos horas de concierto.
Entre baladas y rock «elegante», como él mismo dice, llegamos a No es lo mismo, un brillante preludio a una de sus últimas canciones fetiche, Looking for Paradise.
Tablas.
Sanz prometió nada más subir al escenario un «pedazo de concierto», y eso, al menos para la mayoría de los que estaban allí, fue lo que consiguió. El madrileño tiene tablas y sabe usarlas. Ofrecer un Paraíso en el que algo más de dos horas sólo existía el momento, no está al alcance de todos los que se llaman artistas. El constante diálogo con el público logra que Alejandro Sanz se gane a quien quiera que esté frente al escenario.
Cientos de personas que estaban fuera del recinto también disfrutaron del Paraíso de Sanz. Quizás no tenían dinero para estar dentro de las vallas, pero también quisieron disfrutar del acto.
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